martes, octubre 03, 2006

Alojarse en Londres

Londres tiene fama de ciudad cara en todos los sentidos (merecida, por cierto), especialmente en el tema alojamiento.

Nosotras nos quedamos en un albergue en Bayswater (paradas del metro de Bayswater y Queensway). La zona es muy buena, estás al lado de los jardines de Kensintong (en el palacio vivió Lady Di), muy cerca de Nottin Hill, y tiene restaurantes donde se puede cenar a las 10 e incluso a las 11 de la noche. El horario es muy español, aunque la mayoría de los sitios son chinos o similares. Además hay pubs ingleses por la zona, pero a las 12 de la noche cierran.

El albergue al que fuimos, el London House Hotel, no está del todo mal, pero desde luego no es para quedarse allí mucho tiempo. Eso sí, nos salió bastante bien de precio en comparación con otros hoteles. Por fuera es el típico edificio inglés, muy guapo. No nos dió por mirar las ventanas para calcular los pisos que había, pero si contamos los tramos de escaleras, unos 4 pisos.
El hotel es un poco laberíntico, y, además, ahora mismo están de obras, pero no cierran, para qué si se va a llenar igual, así aprovechan y sacan pasta. Estaban terminando de arreglar el sótano, donde además de algunas habitaciones están la lavandería y el comedor. Lo están dejando con muy buena pinta, eso sí.
La moza que estaba en recepción cuando llegamos, tenía una cara de perro de aquí a mañana; en cambio el chico que estaba por las noches era mucho más agradable, por lo menos saludaba cuando entrabas, no te miraba con ganas de matarte.
Nuestra habitación estaba en la planta baja, ya sabíamos que no teníamos baño en la habitación (8 libras más por persona y día por habitación con baño), pero se nos quedó una cara cuando la vimos... La puerta no ofrecía mucha seguridad que digamos, la ventana da a un patio lleno de trastos, y teníamos un lavabo con espejo, una litera, un armario (con perchas), y un cacharro eléctrico para calentar agua. Se acabó el mobiliario. Ni una silla, ni una mesa, nada. Y encima, la litera de alto, como para los pitufos: yo mido 1,53 cm., y no me podía sentar en la cama de abajo como la gente normal, tenía que doblar la espalda. No me quiero ni imaginar a uno que mida 1,80. El último día nos pusieron una cajonera, pero no nos sirvió para mucho, la verdad.
La puerta de al lado de la habitación era el aseo, pero las duchas, que eran 2 (y bien de vueltas que dimos hasta que las encontramos), estaban en la cuarta planta, sin ascensor, por supuesto. Intimidad nula en las duchas, allí a un lado del pasillo, con una cortinilla separando el espacio para cambiarte de las escaleras, todo estrecho, y una de ellas con un ventanal que da a un parking. Supongo que por la mañana temprano y antes de cenar habría cola en las duchas, pero como nosotras nos duchábamos a horas intempestivas no tuvimos problema con eso.

Pero a mí lo que más cutre me pareció fue el desayuno. Vale que estás en un sitio barato, pero si el desayuno es de 8 a 10, no es de recibo que a partir de las 9 ya no calienten la leche. Además la página de donde sacamos la información decía que sirven lo que se conoce como desayuno continental, algo así como la foto (desde luego no con tan buena pinta): leche, café, o té para beber, y tostadas, cereales, algo de bollería o bollos de pan con fiambre y queso para comer. Bueno, pues aquí cumplen lo primero (el café es horrible, mejor comprar uno instantáneo y echarlo en la leche o el agua), pero para comer sólo tienen unos copos de maíz y tostadas, nada variado.
La verdad, he tomado desayunos mejores en albergues de Praga y Portugal, desde luego más variedad había, y también un comedor más grande, había que hacer cola para sentarse.


Buscando una foto del hotel me encontré con esto